«Y hé aquí que un grande y fuerte viento desgarró las montañas e hizo pedazos las rocas ante el Señor; pero el Señor no estaba en el viento. después del viento, el terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. después del terremoto, un incendio; pero el Señor no estaba en el incendio. después del incendio, una débil voz.
Eso dice Frank Crane (V. cuaderno 44. yo lo repito pensando en nuestros colegios y escuelas, ruidosos, vocingleros, alborotadores, siempre a caza del aplauso de la calle, en paradas, asambleas, paseos y manifestaciones: Todo ruido es desperdicio, y en nuestras escuelas todo es ruido. Pobres muchachos. Qué habrán de poder construir mañana sin la base de las lenguas y de las matemáticas, reemplazadas como están, en su enseñanza, por un sinnúmero de fútiles novelerias. con qué enfermiza unción invocan sus maestros el nombre de Dios. Que recuerden cómo se reveló el Señor a Elías en la cueva de la montaña!
No se revela de otro modo la Verdad.
148 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.