se sus ojos en lágrimas sin más motivo que aquella exuberancia de sentimiento que se apodera de su corazón con infinita ternura y lo inclina a amar, no importa a quien. Qué contraste entre la reserva y la timidez de la niña de 11 a 13 años y el carácter del muchacho a esa edad, impetuoso, atolondrado, atrevido y turbulento! Mientras aquélla abandona los juegos de la infancia y siente necesidad de demostrar su afecto a las amigas, el niño entrégase todavía con ardor a los juegos ruidosos, y molestá muchas vesus caprichos y su fuerza a la que hasta entonces había compartido con él los juegos.
Ya vendrá también en él un cambio notable, pero más tardío y sobre todo muy distinto. Aparece en él entonces una inquietud, una intranquilidad que le hace odiar toda labor continuada, todo límite impuesto a sus ansias de libertad; lo cual, acompañándose de una mayor excitabilidad, le hace propenso a la insubordinación. Rudo y en cierto modo desdeñoso ante la debilidad del ces con 82 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y juventud, Costa Rica.