podemos gustar de lo que ellos gustaron, de la sencillez de vida, de pensamiento y deseo. si no, perteneceremos al ignobile vulgus.
III. las personas Superiores les gusta servir. El vulgo gusta de ser servido. La dama que debe llamar a la doncella para que cruce la habitación y le traiga su abrigo, el caballero cuya alma se ensancha cuando el sirviente le entrega su sombrero y su bastón, no son raros; sus gustos son los de las masas, son gustos ordinarios, Aun al rústico más común le gusta que le laven los pies; el Hijo de Dios lavó los pies de sus discípulos.
Este instinto de servicio, esta alegría innata de hacer algo en beneficio de otros, es el corazón mismo de la cortesía, de lo que llamamos buena educación. Aparece de manifiesto en las pequeñas atenciones, tales co.
mo ceder el asiento a una señora el tranvía, levantar y consolar al niño que ha tropezado, escuchar cortésmente al que nos habla, y en todo el aire de deferencia y de respeto que distingue al caballero.
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