mente, la carga que pesa sobre los hombres de Estado, demandando cualidades innecesarias en otro tiempo. Cavour, Lincoln y Roosevelt tuvieron que persuadir al congreso a que apoyara sus medidas, antes de lograr que fueran adoptadas por Piamonte o por los Estados Unidos. Muy diferente fué la tarea de Olivares o Richelieu, de Mazarino o Metternich.
Estas reminiscencias me impulsan a mirar con escepticismo muchas de las aseveraciones, promesas y demostraciones con que hemos sido acribillados por los partidarios y opositores de la liga de naciones y del tratado de paz.
Confío en que mi escepticismo es salu.
dable mi desconfianza justificada.
Mas. quién tiene el derecho de sentirse tan poseído de ciertas cosas como las personas que arguyen con tanta vehe.
mencia sobre cada punto en discusión?
Lo que sea, habrá de decirlo el porve.
nir, y nada podemos augurar de cierto, fuéra de que el futuro será el presente en algún tiempo. Es como imaginar a un maestro de dibujo que pidiera a sus alumnos diseñar y colorear las nubes de una puesta de sol en el próximo ju38 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.