tres amasuperior, oía a su secretario leer la corres.
pondencia oficial y el sinnúmero de memoriales y cartas particulares que le dirigían. medida que leía el secretario iba él dic.
tando su resolución a los memoriales, y esta resolución era, por lo general, irrevocable. Dictaba luego, y hasta a nuenses a la vez, los despachos oficiales y las cartas, pues nunca dejaba una sin contestar, por humilde que fuese el que la escribía. Aunque se le interrumpiese mientras dictaba, jamás le oí equivocarse ni turbarse para reanudar la frase. Cuando no conocía al corresponsal o al solicitante, ha: cía una o dos preguntas. Esto sucedía muy rara vez, porque, dotado de prodigiosa memoria, conocía no sólo a todos los oficia.
les del ejército, sino a todos los empleados y personas notables del país.
Gran conocedor de los hombres y del corazón humano, comprendía a primera vista para qué podia servir cada cual; y en muy rara ocasión se equivocó.
Leía mucho, a pesar del poco tiempo que sus ocupaciones le dejaban para la lectura.
Escribía muy poco de su puño, sólo a los miembros de su familia o a algún amigo íntimo; pero al fi mar lo que dictaba, casi siempre agregaba uno o dos renglones de su letra. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.