de delicias. Aun cuando siga una senda muy sombría. quién os dice que no lleva sobre la barriga alguna linterna de ojo de buey. Da una excelente idea de la rapidez de la vida, la leyenda de aquel hermano que atravesando el bosque, se pára a escuchar el canto de un pájaro, oye dos o tres gorjeos y regresa al convento. Pero allí le miran como un extraño por haber estado ausente tantos años.
Sóle uno de sus compañeros sobrevive y éste consigue reconocerle después de muchos esfuerzos.«La morada de este pájaro hechicero no es solamente el bosque. Canta donde más impresión puede producir. El mísero escucha y sucumbe al encanto: entonces sus días son momentos. Sin otro amuleto que una hedionda lámpara, helo evocado yo sobre la playa desierta.
Toda vida que no sea puramente mecá.
nica, se teje con dos hilos: buscar el pájaro y pararse a escucharlo. Por esto es muy difícil apreciar el valor de una vida y es imposible comunicar a otra las delicias que cada una posee. El conocimiento de este hecho y el recuerdo de las horas felices en que el pájaro ha 496 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica