con tos en que esta clase de lámparas hacía un papel extraordinario. Pero, lo cierto es que, en resumen, el placer que aque.
llo nos procuraba puede llamarse sus.
tantivo, pues nuestra felicidad consistía pura y simplemente en ser un chiquillo una linterna sorda debajo del abrigo. Cuando dos de estos excéntricos mu: chachos se encontraban, brotaba en se.
guida esta pregunta. Tienes tu linterna. a la cual correspondía un «sí» de persona satisfecha. Estas eran las frases de consigna, por otra parte muy necesarias, pues como era de ordenanza llevar oculta nuestra gloria, nadie podía reconocer a un portador de linterna co.
mo no fuese por lo que apestaba. Alguna vez, cuatro o cinco de esos rapaces se recogían bajo el vientre de algún barco de pesca, o en alguna caverna de la playa, mientras el viento batía a más y mejor. Parece que entonces se abrían los sobretodos y quedaban las internas al descubierto: a su luz vacilante, bajo la bóveda pavorosa y agitada de la noche, acariciados por el aroma de lata asada, aquellos jovencitos se apretaban unos contra otros sobre la 494 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica