da, relativa al carácter netamente norteamericano de Mark Twain. Lo es en todo: en sus brillantísimas cualidades como en sus defectos. Voy a señalar uno de éstos: la frecuente contradicción.
Aquí van de muestra dos preciosos trozos. Soy indiferente casi a todo, con excepción del trabajo. Me gusta el trabajo, me hace feliz, y a ello me atengo. Tra.
bajo sin propósito definido, sin ambición alguna, simplemente porqueme agrada. Si fuera pagano, erigiría una estatua a la Energía y caería a sus pies y la ado.
raría! Querría que el hombre. vos. eligierais una linea de conducta y la siguierais, a despecho del mismísimo demonio. El amor a la actividad constituye el bello fondo de ambos trozos; pero el «sin propósito definido» y la «línea de conducta» son contradictorios.
Soy enemigo de las comparaciones, pero voy a contradecirme yo también haciendo upa, sugerida por los trozos mismos que Bradford copia en su intere.
sante estudio (1) acerca de Mark Twain. 1) The Atlantic Monthly, abril de 1920.
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