Lo que caracteriza a la generación de hombres que se desarrollaron inte.
lectualmente en los veinte y cinco últimos años del siglo XIX, es incontes: tablemente el espíritu científico y su parodia, el naturalismo literario. El progreso de las ciencias naturales mareo a los jóvenes que tenían veinte años, entre 1875 y 1890. la zaga de los sabios cuya obra fué vulgarizada por la literatura naturalista, confesaron una nueva religión. Para la masa, el espíritu de crítica indispensable a la élite era letra muerta. La retorta, el horno, el microscopio y la máquina resolvían todos los problemas y respondían satisfactoriamente a todas las interrogaciones.
Los más agudos asistían a la disolución de sus creencias con la sonrisa del escepticismo, pero la mayoría tenía la conciencia de poseer la verdad. Habían examinado la vida. El estudio de «los movimientos del alma. de las pasiones, de lo que había hecho vibrar a sus padres, se reducía para ellos a fenómenos biológicos: transportaban in vivo lo que observaban in vitro. Los embriagaban los conocimientos.
Esos hombres, nos rodean aún. Pue374 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.