riamente reclaman el vuelo de las ciencias y artes y la entrada de nuevos usos y costumbres: en lo cual sólo ha de andarse alerta para acomodarlas bien al genio de nuestro idioma y rechazar muchas formadas sólo para disfrazar cosas viejas con vestido griego o latino. Mucho menos pueden tildarse de neológicos los de.
rivados y co. npuestos conforme a las leyes de la lexicología castellana; pues introdujo una reforma ortográfica apartándose de la etimologia y arrimándose a la pronunciación; mas ésta, por dicha, ya se había fijado al tenor de la escritura etimológica, y en esa parte nada altero la Academia, salvo el cambio o la supresión de algunas letras (estraño, trasformar) que después, con mejor acuerdo, y con el aplauso de los doctos, incluso Bello, ha restablecido. Consideren los reógrafos enemigos de la Academia que a ella se debe la uniformidad de la escritura castellana en ambos continentes; que sin la autoridad que ella eficazmente ha ejercido, los partidarios exagerados de la etimologia usarian a la hora ésta una ortografia latinizada, y los seguidores del rigor fonográfico no sólo escribirian corasón, estao, verdi, como pronuncian (amén de infinitas divergencias provinciales) sino estamparian también los consabidos agüelo, destruición, dolor, Ingalaterra, olado que asi hubiéramos de haber pronunciado todos, ellos y nosotros, pues tal era la corriente del uso, si no la rectificara la tradición escolar, cuyo más poderoso impulso, vino, como queda dicho, de la Academia Española.
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