halla dificultado ni por instituciones seculares, ni por formalidades, ni por tradiciones; y creéis haber trabajado por la libertad trabajando para establecer su dictadura? Es, decís vosotros, que el primer amo in vocaba la quimera del derecho divino, nos heredaba como un rebaño; en tanto que el dictador es uno de nosotros, elevado por nosotros, sobre nuestros hombros. Es el representante, la consagración y la fuerza de la voluntad nacional y del derecho por consiguiente. Error! No es más que su absorción. Debe ponerse la voluntad nacional por encima de todo; pero no por encima de la razón, que quiere que el hombre sea libre. Con vuestro sistema de partidos y desquites, si se continuase, nunca haríais adelantar un paso a la libertad. No conseguiríais más que reemplazar un despotismo por otro, o más bien un déspota por otro, porque el despotismo sería siempre el misnio. De cuando en cuando el déspota reinante se arrogaría el título de liberal. La conquista de una palabra. Hermosa conquista en verdad, y bien digna de que se marche a ella a través de la sangre! No, no; no llaméis progreso a un simple cambio de servidumbre.
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