diferente número y con objetos diversos, durante los últimos veinticinco años, y estoy seguro de que la mitad por lo menos de los hombres y mujeres que las componían se hallaban perfectamente inconscientes de que aquello requería cierto estuerzo mental de su parte. Asistían con el mismo espíritu con que muchos van a la iglesia, es decir, con un sentimiento vago de cumplir con su deber y de que algo bueno había de resultar de allí. Sólo por incidencia se inte.
resaban en el asunto. La otra mitad de la asamblea, quizá las dos terceras partes, traía a dilucidar una o dos materias y dejaba deslizarse el resto con entera indiferencia, a menos que alguna frase de la discusión provocara alguna interrupción de su parte, más o menos vacía. 1)
Èsta clase de gente es propensa a seguir el impulso de los caracteres dominantes que ahorren trabajo y desgaste a su cerebro. No ha mucho que las juntas directivas de ciertas grandes corporaciones nortea.
mericanas liabían abdicado a tal punto el ejercicio de sus funciones mentales, que los gerentes, bajo cuya responsabilidad se encontraban los intereses de millares de accionistas, decidían en diez minutos mocio(1) The Great Society, pág. 276.
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