na del arte, y en este camino salíanle al paso contradicciones diversas, porque los latinistas y eruditos no le sufrían que se rebajase a escribir en castellano, y con ellos se ligaban sus émulos, haciendo capítulo de acusación que alguna vez hubiera osado exponer asuntos bíblicos y morales en lengua vulgar, y los romancistas e iliteratos, por su parte, le pedían que escribiese ni más ni menos como el vulgo hablaba. unos y otros replicó en los Nombres de Cristo el docto agustiniano, y por los últimos estampó estas palabras, dirigidas a Pedro Portocarrero, y después muchas veces citadas. De éstos son los que dicen que no hablo en romance, porque no hablo des.
atadamente y sin orden: y porque pongo en las palabras concierto, y las escojo, y les doy su lugar. Porque piensan que hablar romance, es hablar como se habla en el vulgo, y no conocen que el bien hablar no es común, sino negocio de particular juicio, así en lo que se dice, como en la manera como se dice. negocio que de las palabras, que todos hablan, elige las que convienen, y mira el sonido de ellas, y aun cuenta a 213 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.