artística, o sea, guiada únicamente del amor de la belleza, la imitación de mo.
delos literarios latinos e italianos, nacida al calor del Renacimiento; y ese fué el medio por donde se enriqueció la lengua castellana; ésa la corriente que, desatada por los buenos escritores, invadió briosa la del uso, dominándola a las veces, modificándola siempre.
Sabido es que España, en la época de su mayor poderío, y con relación a Italia, repite los rasgos que caracterizan a la antigua Roma, en los días de su gran.
deza, vencedora de Atenas en armas, por ésta vencida en letras. El verso endecasílabo, que otros no habían acerta.
do a aclimatar fué, en manos de Garci.
laso, con los primores y galas que com.
porta, conquistador de la lírica españo.
la, y no sin resistencia, avasalló al popular octosílabo, al modo que el exámetro helénico había humillado en Roma al indígena ritmo saturnino; salvo que en España el genio de la poesía popular tornó luégo a levantarse y dominar en el teatro, ostentando originalidad al par que extravagancia, moviéndose a compás de los aplausos de una multitud sin letras. Como quiera, Garci.
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