ces sublime, de lo infinito, o un sentimiento de lo ideal, podríamos estar de acuerdo; pero las palabras. filosofías y poemas. que se refieren a hechos ya cumplidos, tienen, mucho más alcance pueden inducirnos a error. Concediendo que estaban como dormidos en cada cerebro el Fedón y la Ilíada en los tiempos de Platón y Homero, era necesario para darles vida algo más de lo que sólo poquísimos griegos han poseído: para eso se necesitaba ser Homero. Platón.
Por otra parte, no inculquemos en el hombre, predestinado por su inteligencia a progresar de siglo en siglo, la creencia de que él es como el gusano de seda y la abeja, condenados por su naturaleza a una eterna inmovilidad.
Miles de años hace que detenido a orillas del mar, desnudo y sin más armas que su pensamiento, el hombre contem.
plaba con audaz curiosidad esa inmensidad y ese globo de fuego ardiente que salía por la mañana de entre las ondas y se sumergía en ellas por la tarde, y en ese entonces el gusano de seda en su capullo y la abeja en su colmena, se afanaban ya en los mismos monótonos 132 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.