El hombre, decís, no tiene allí una gräd.
vedad pesada, ni es propenso a exaltarse a cada instante, pero tiene buen jaicio, es sagaz, agudo, activo, y está dispuesto siempre a hablar irónicamente; en fin, agregáis, el primor, la mo.
deración, la alegría, el arte y la elegancia del siglo XVII, elementos fue.
ron todos ellos que concurrieron a darnos un La Fontaine. Ese es vuestro sistema; comarca, raza, época; y el conjunto de esos tres caracteres fundido en un tipo predilecto.
Si no estamos dispuestos a concederos que para tener un La Fontaine basta llevar un selecto hijo de Champaña a Versalles y hacerlo vivir en los tiempos de Luis XIV, cuán incliuados estamos, por otra parte, a a.
plaudiros cuando, después de haber clasificado metódicamente su obra, en lo que no pensó el buen hombre, exclamáis. La Fontaine es nuestro Homero.
Hombres, dioses, animales, paisajes, la naturaleza entera y la sociedad de aquel tiempo, todo eso está contenido en ese librito. Allí hay campesinos y a su lado reyes; junto a las aldeanas, grandes se.
129 Este documento propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.