ella emerge de la barbarie de las épocas menos libres. Ni el templo, ni la muerte, ni aun los funerales de los dueños del mundo, nada se opone a que ella se ejerza, domine y triunfe. La más pequeña manifestación en contrario, de esa bri.
llante multitud de prelados, príncipes y grandes, hubiera ahogado la reivindicación de Aselín. Sin embargo, más bien podría decirse que ese cúmulo de circunstancias había concurrido con el solo objeto de rodear esa evocación de la ley violada de una corte de potencias divinas y humanas. La solemnidad de la ceremonia, el luto de los altares, el religioso aspecto del conjunto, todo contribuyó a hacer soportar sin cólera el desafío de la conciencia de ese hom.
bre a las tenebrosas fuerzas de la injus.
ticia. Ni en la escena antigua ni en la moderna escena ha tenido jamás el derecho a su servicio una representación que mejor lo exprese.
Todo, en los postreros momentos de tal vida y en los primeros de su descenso a la sepultura, concurre a realzar vigorosamente el relieve de la lección 103 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.