de la rudeza y crueldad congénitas de su genio. Bajo su despotismo fueron nivelados en la sujeción el clero, la no.
bleza y el pueblo. hélo aquí humillado en su ataúd, como un reo en la puerta del tribunal. Quién le ha salido al paso? No el anatema de un Papa. No los decretos de un Rey. No las armas de un invasor. No el clero; no la nobleza; no el pueblo sublevado. Es sencilla.
mente el brazo tendido de un individuo, un derecho violado que resurge y se alza contra todo y contra todos. La iniquidad había prendido en el corazón del más poderoso de los reyes, se había consolidado en los cimientos de un vasto edificio, adquirido la inviolabilidad de la magnificencia de las moradas del Señor, veneradas entonces conio dependencias del cielo, y allí permanecía en la persona de esa criatura omnipotente que la había perpetuado, entre las mitras y los báculos, las lanzas y las espadas, que llenaban la nave.
Sin embargo, todas esas manifestaciones de la fuerza se inclinan; callan las del culto divino; y, en círculo deterente al rededor de la víctima que pro.
testa, prelados, barones y condes feu101 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica