Los allí presentes conocían al inte.
rruptor y los hechos que evocaba; apoyaron como testigos las protestas del expoliado, y mientras tanto, el ataúd real esperaba, al borde de la sepultura, el arreglo del litigio promovido por tan extraño modo. Antes que ella recibiese su huésped, fné preciso que los prelados pagaran al dueño el precio del terreno ocupado por la fosa y convinieran en el de la indemnización debida por la su.
perficie en que la iglesia se asents. ba.
Sólo entonces el demandante levantó su solemne prohibición, y el cuerpo del soberano pudo ser descendido al sarcófago que lo esperaba.
Hace de esto ocho siglos y cuarto, y este memorable incidente conmueve aún a los que lo leen en los historiadores modernos. Este duque de Normandía había sido un déspota. Las ambiciones de este terrible bastardo fueron las que sembraron las semillas de las rivalidades que por centenares de años dividieron a los pueblos separados por la Mancha. Su simple voluntad fué su gobierno, a pesar de las formas nacionales y constitucionales que toleraba. Los cronistas anglo sajones hablaban con terror 100 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica