Los ha defendido desde sus primeros escritos en Eos, porque es de derecho natural la defensa de las instituciones del país en que cada uno vive. aun por algo más obligatorio, por deber.
Pero en ningún caso habrá rasguños entre esos dos hombres de bien, aunque haya quien se empeñe en hacerlos reñir. Antes que esto, estamos seguros de ello, uno de los dos dejará de escribir.
De La Tribuna, 29 de ab il 1920.
Una conversación interrumpida Departían dos amigos en un lugar tranquilo y propio de uno de los dos sobre asuntos generales de filosofía y letras, de hacienda, política y administración, de cuanto les venía en talante. Un día versa la conversación sobre la autoridad científi.
ca y moral de un autor y, de repente, un intruso, que así sabía de lo que se trataba como de las nubes de antaño, sin ser invitado a ello, ignorando u olvidando la trivial regla de urbanidad que prohibe tomar parte en una conversación sin la previa aquiescencia de los interlocutores, la interrumpe con voces destempladas y ademanes ga Este documento propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.