otras que alguna vez lo estuvieron, sea en la propia lengua o en una lengua extranjera. Del uso, o reciente o antiguo, reciben siempre la materia prima los artífices de la lengua. En segundo lugar, ciertos hechos sancionados por el uso general, llámense malamente caprichos, o séanlo en efecto, constituyen leyes en largo período irrevo.
cables, que no pueden faltar sino a condición de que la lengua empiece a transformarse. Así que los gramáticos no podrán, aunque quieran, completar sistemas deficientes de declinación o conjugación, ni regularizar las flexiones anómalas de nombres y verbos. Por el contrario, en el habla de los niños cuidamos de corregir, co.
mo si fuesen crímenes de lesa lengua, las formas regulares que ensayan siguiendo las analogías generales del idioma, como cuando dicen yo cabo, yo vení. Por último, el uso, la viva vez, el hábito de hablar consultando sólo el oído, comunica al len.
guaje aquel sabor naturalísimo que tanto distingue al que aprendió la lengua por li.
bros y con maestros, de quien la mamó en la leche, y le dió parte en sus juegos infantiles, y la tuvo después por compañera en meditaciones solitarias, por intérprete de íntimos a fectos.
Las poesías francesas del español Maury 78 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.