ortográficos, distintos de la fonética, aunque con ella se conexionan; a artificios retóricos, o sea a la imitación bien entendida de modelos escritos, diferente del ejercicio de la voz mediante la audición de otros sonidos vocales. Entre el lenguaje usual y el literario se levanta la oratoria, que de uno y otro participa, que con la voz inflama y persuade, pero para sobrevivir se acoge a la escritura. así como hablar según el uso, no es la misma cosa que escribir literariamente, ni conversación lo propio que literatura, entender que se escucha no vale comprender lo que se lee, y la concu.
rrencia de leyentes, aunque menos densa, tiene un rayo infinitamente más extenso que la de oyentes de toda especie. Los dramas de Calderón y de Shakespeare, desde el punto en que se imprimieron, se dedicaron aun a gentes que nunca habían de pisar teatros españoles ni ingleses; las obras de los clásicos de la antigüedad fueron copiadas por los humildes monjes de la Edad Media no sólo para otras naciones sino para otros mundos, para este nuestro, que yacía ignorado en la inmensidad del Océano! La obra literaria se trasmite a través de las edades, como la luz de los astros por el éter, en viajes seculares, a inconmensurables distancias.
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