los hombres, sino tradición inmemorial.
Sus formas se renuevan sobre unos mismos elementos radicales; y las modificaciones que experimenta, que jamás son una crea.
ción, indican a veces progreso, y otras, de cadencia, sin que ésta ni aquél sean indefinidos ni forzosos. La moderna ciencia del lenguaje, estudiando las fuentes y las leyes orgánicas del lenguaje, dispone de medios eficaces para conocer el estado de fuerza o de descomposición en que se halla una lengua y pronosticar hasta cierto punto sus ulteriores destinos. Los antiguos, que tenían ideas tan confusas e imperfectas sobre la constitución del lenguaje, ignorando muchas veces los orígenes inmediatos de las lenguas, y las relaciones de unas con otras, no estaban en capacidad de adivinar el porvenir de un idioma dado, y fácil era que temieran su deterioro y próxima ruina, sin que se les ocurriese medio alguno de conjurar el estrago.
Pero cosa notable, señores: Horacio, que ponderaba la fragilidad del lenguaje, mirando sus gracias y elegancias, recibidas del uso, como flores de un día, comparadas con la duración probable de un puente nuevo, de un mueble, de cualquiera de las obras regias, pero al cabo mortales, que realizaba en su tiempo el genio activo y 55 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.