men predecesores nacionales. Estimaba el nu.
como condición primera para aspirar al título de poeta, y redondamente negaba este dictado glorioso a quien no supiese otra cosa que labrar y acabalar bien sus versos. En frases tan duras como las que usó contra los secuaces ciegos de formas autorizadas, increpaba a aquellos innovadores, que fiados sólo en una pretensa inspiración, despreciaban el estudio incesante de los modelos, y el lento y agradecido trabajo de la lima. Tal es, en resumen, fiel.
niente extractada de sus obras, la doctrina literaria de Horacio, el cual hermanaba la originalidad con la imitación discreta, la tradición con las reformas convenientes, la inspiración con el arte.
Con arreglo a estos principios recomendaba Horacio, en achaque de leriguaje, que se desenterrasen algunas voces antiguas injustamente arrinconadas, que a las vulgares se diese novedad y lustre por medio de atinadas combinaciones, y en fin, que en caso necesario se introdujesen vocablos nuevos, con la debida parsimonia, derivándolos del griego y acomodándolos a la eufonía latina.
Virgilio y Vario practicaban este sistema, al par arcaico y neológico; tradicional no menos que progresivo.
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