COFenerón, en la carta que dirigió a la Academia Francesa, después de asentar la soberanía del uso, la restringe en lo tocan.
te a la lengua francesa, cual se hablaba en el dorado siglo de Luis XIV: Los franceses, por punto general, aprenden su lengua por uso; pero el uso adolece de defectos en todas partes. Cada provincia tiene los suyos; París no está libre de ellos. Aun las personas más cultas no aciertan a rregirse de ciertos resabios de elocución que en la infancia contrajeron en Gascuña, en Normandía, en París mismo, por el ro.
ce con domésticos. Añade que griegos y Romanos no se contentaban con apren.
der el liabla nativa con arreglo sólo al use, sino que, ya adultos, perfeccionaban aque.
llos conocimientos prácticos estudiando las reglas gramaticales, las etimologías, las acepciones metafóricas, el genio, en fin, y la estructura de la lengua. Ni vacila en reconiendar a los escritores de nota que comno es dificultad notable.
Buena ful pasados tiempos; y en estos, si los mirares, no soy mala, aunque desdigo de aquellos preceptos graves que me dieron, y dejaron en sus obras admirables, Séneca, Terencio y Plauto, y otros griegos que tú sabes.
He dejado parte de ello: he también guardado parte porque lo quieres el que no se mjela alte.
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