de singularizar el habla como distintivo del hombre, andan fuera del círculo de la teo.
ría que constituye soberano al uso, y bien examinados y traídos a sus raturales consecuencias, con ella rompen de frente.
Nadie, empero, que yo sepa, se ha tomado el trabajo de hacer estas o semejantes confrontaciones, encaminadas a determinar los grados de autoridad que al uso hayan de reconocerse; porque los filósofos han mirado la cuestión de saber cuál es la norma del lenguaje como cosa de poca monta, o como extraña a sus encumbradas lucubraciones, y propia y privativa de los filólogos; y los filólogos por su parte, o por temor de filosofar apartándose de los hechos, por hábito irreflexivo, o por desdén nal fundado, en proponiéndose la cuestión, re.
piten de coro que el uso es la norma del lenguaje; atreviéndose tan sólo, los que más ahondan, al notar las absurdas consecuencias a donde podría llevarlos semejante doctrina, a interpretar lo que ha de entenderse por uso, poniendo así algunas justas, aunque no suficientes limitaciones, al bronco sentido absoluto de la sentencia.
QuintiliANO, tropezando con la dificul.
tad que presenta la variedad de usos, en. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica