ciales. Deberá existir siempre un stock nacional be billetes, no cubiertos así, y que corresponderán a la necesidad de un cierto fondo movible necesario al comercio a razón de tanto por habitante. En cuanto al stock de oro del Banco del Imperio, se reservará por completo para regularizar los cambios.
En esos proyectos, los economistas alemanes se complacen en aguzar un arma contra Inglaterra y los Estados Unidos. Al adoptar el talón de oro, según Liefmann, los demás países han favorecido la producción de metal amarillo, monopolizado casi por los países anglosajones; si Alemania, pues, suprime el oro y llega a afiliar a es.
te sistema a la mayoría de las otras poten.
cias, economizaría billones y golpearía duramente a Inglaterra. Dalberg, también partidario de la moneda racional, cree que toda la preeminencia financiera de Inglateantes de la guerra reposaba sobre el oro; y ésta derribaríase, pues, si se llegase a suprimir la locura universal del talón de oro. Beudixen participa de las mismas esperanzas y evoca satisfecho la visión de la Gran Bretaña sentada en un montón de oro depreciado.
El stock de oro de Alemania es relativa.
mente mediocre; sus cambios profundamen.
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