guerra, se ha producido un relajamiento de la voluntad, que aleja a la gente del trabajo. En todas las esferas, clase media como clase obrera, y hasta en mujeres que pasaron la guerra en su propia casa sin otra labor que la del hogar (labor ímproba, en verdad. se les oye quejarse de una como abulia que les invade el ánimo y les abate los nervios. Por último, las tendencias al bienestar y al goce, cohibidas durante la guerra, se dan ahora libre curso con el ímpetu acumulado durante los años de continencia. De este modo se crea esa curiosa psicología de postguerra que han bautizado los americanos con el pintoresco nombre de work shyness (timidez ante el trabajo. Confluye con esta reacción del ambiente de guerra un movimiento ya tradicional, a saber: la evolución obrera hacia la disminución de las jornadas, inspirada por la humana tendencia hacia el mínimo de acción. Hasta hoy esta evolución ha coincidido con la trayectoria de la justicia. El obrero trabaja demasiado, bárbaramente demasiado: de aquí que obreros y obreritas creyesen de buena fe que este movimiento estaba exclusivamente inspirado por una idea de justicia. Pero hoy empezamos a observar cómo, en algunos oficios al menos, se va alcanzando en esta evolución el 316 Este documento propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.