Mirando al fondo de los acontecimientos y rastreando las causas de la decadencia moral, intelectual, política y social del país, nos parece hallarlas en la falta de principios de sus clases acomodadas y en las doctrinas que han profesado y profesan los intelectuales de la política y del foro, doctrinas que han creado una errónea concepción de los deberes y derechos de los funcionarios públicos. Al exclusivismo de estas doctrinas y a la falta de principios apuntada se han agregado los malos ejemplos que, a veces y con no poca frecuencia, oímos invocar como precedentes sentados, como prácticas consagradas por un uso perpetuo, de permitida y preferente aplicación. Lo peor es que el mal que nos aqueja no parece tener remedio, no porque sea incurable sino porque el enfermo ha caído en un estado de indiferencia muy semejante a la postración e inconsciencia que dicen preceder a la muerte.
Los asuntos de la patria, desamparados por la opinión pública, están hace ya tiempo en manos de políticos que buscan inspiración, consejo y apoyo muy lejos del corazón del pueblo; y, ahogados en germen, adrede y sistemáticamente, las ideas y sentimientos que forman y levan500 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.