prever cómo obrarán o explicar cómo y por qué obraron en determinadas circunstancias; pero no deben tenerse en cuenta para juzgarlos como funcionarios públicos. Hay, sin embargo, un principio que obliga a todos los hombres, sea cual fuere la posición que ocupen en la comunidad: ese principio se llama el deber.
Puede un ciudadano, sin faltar a sus deberes, excusarse de aceptar una candi.
datura; puede aceptarla y renunciarla después, también sin faltar a sus deberes, si presenta su renuncia ante sus copartidarios fundada en razones suficientes de interés público y en tiempo oportuno, es decir, cuando del retiro de su nombre no pueda seguirse grave daño al partido que lo había honrado con su confianza; pero jamás por conveniencias particulares o cuando va a decidirse el debate electoral.
Una candidatura aceptada implica un pacto de honor entre el partido y su candidato. Si éste deserta, viola sus compromisos, traiciona a su partido, compromete sus intereses, falta a su deber. Porque lo que está en juego en la lucha electoral no son los intereses y conveniencias del candidato, sino los principios, los intereses, las aspiraciones y tenden491 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.