norma de la política internacional de los Estados Unidos en el Nuevo Continente. quizá sea también la última voz de alerta para que nuestros pueblos, dejando de lado los últimos rezagos de los vicios inherentes a su idiosincracia, prescindan en lo interno de su política de odios y de la intemperancia de sus pasiones, y en lo externo se agrupen en haz compacto para hacer frente al peligro.
Los años venideros serán de supremas pruebas para las Repúblicas de la América Latina. Las que se aparten de la cordura, serán inevitablemente aplastadas por el imperialismo de la nueva Roma, tanto más brutal en sus adquisicio.
nes cuanto menos sacrificios le han exigido y cuanto menos gloria y honor le han conquistado.
Sólo el porvenir podrá descifrar el enigma de la suerte que les tocará a nuestros pueblos indefensos. Pero lo cierto es que en estas horas en que la América Sajona predica a las demás naciones conciliación, equidad e igualdad entre los grandes y pequeños, aquéllos ven desfilar ante sus ojos, como triste presentimiento, el doloroso cuadro de la desmembración de Méjico, de la opresión de Puerto Rico, 468 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y juventud, Costa Rica.