tan monstruosas. los que libran al Estado del tirano, cometen excesos que aquél ni soñara!
Nada importa, el que se me diga con el materialista Olbae, que tengo encallada la conciencia, y por eso no percibo los remordimientos; porque, lejos de oprimirme ese tornillo de rosca triple que jamás se embota, oigo la voz consoladora de mi razón que con el metafísico Voltaire me dice. El cielo hizo la virtud y el hombre la apariencia: éste puede revestirla de la impostura y el error, pero no mudarla, porque el juez está en su corazón. Si yo hice bien, todo el poder del hombre no bastará a convertirlo en mal, ni la justicia divina lo con sentirá. Mucho podría extenderme en estas materias, pero me limito a opinar, que mientras no se proceda de buena fe, se hable la verdad y se reconozca el mérito donde quiera que se encuentre, todo es efímero; porque el imperio del fraude, de la mentira, de la envidia y de la calumnia dura muy poco: y mientras que, los que quieran ceñirse una corona cívica, no siembren y cultiven con sus propias manos el laurel que ha de adornarla, ella se deroga en el acto de ponérsela; porque esa es la condición de las que teje la impostura 454 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.