Socialism

res, de opiniones tan diferentes, anuncia.
dos en los avisos. Fué un gran éxito. El partido más capaz de hacer obstrucción era el socialista, por estar mejor organizado, pero le habíamos dado papel en la escena y, por consiguiente, no podía hacer ruido en la sala. Recuerdo también una reunión que presidi en Clichy, del otro lado de la barrera urbana. El público era de ideas muy avanzadas y yo debía conceder suce: sivamente la palabra a Wilm, socialista, a Denys Cochin y a Paul Deschanel. No podía emplear la palabra señor, de sonori.
dad demasiado burguesa en aquel medio.
Pues bien, sali de apuros anunciando al ciudadano Wilm; luégo al ciudadano barón Cochin; y, llegado el turno del Presidente de la Cámara, me libré de la dificultad recurriendo al apóstrofe, diciendo. Paul Deschanel, tenéis la palabra. Eso se llama diplomacia. Era el modo de no ortigar a nadie.
Pero ¿qué público! por lo demás. Basta sa.
ber en su elogio que Denys Cochin pudo decir: Soy católico y practicante; voy a misa y comulgo. Esta propaganda en común, durante años, hasta el de la guerra, preparó qui.
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