Al día siguiente, Bergerat, en el Figaro, dedicó a mi palabra una brillante cro.
nica. Pero, en realidad, el origen de esta máxima optimista se encuentra un poco más atrás, pues debe ella la luz a un pe.
queño conflicto que tuve con la censura, como director político de la Revue des Deux Mondes. Se me había pedido la supresión de 25 líneas relativas a los asuntos de Montenegro. Ahora bien, como la revista no había aparecido nunca con un blanco, tuve que leer y releer micrónica, en la cual estaba la famosa frase. De modo que yo la tenía bien pegada en la cabeza cuando el público creyó que era fruto de espontánea improvisación. Cuán bellas cosas son la modestia y el buen humor! Este miembro del Instituto, que podría pertenecer a la sección de Inscripciones y Bellas Letras y que ha preferido la Academia de Ciencias Morales y Políticas, considera, sin duda, que no hay nada que no se pueda hacer con ingenio y que aun los asuntos más serios no requieren ser tratados siempre con pesada gravedad. Consiento en hablarles de lo que gusten, pero debo advertirles que el 18 de 414 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.