Todos, entonces, gobernantes y ciudadanos, aquéllos en la acción dirigente, éstos en posición subordinada, pero no menos importante, son órganos activos de la vida del Estado. Servir al Estado constituye el deber de todos, pero también en beneficio del interés de todos. Más fuerte, más poderoso, más rico es el Estado, más alta, más próspera, es la vida de los ciudadados: civis romanus sum.
Esencialmente distintas son, en cambio, las relaciones entre el Estado y los otros Estados. Estas relaciones no son de coordinación y subordinación, sino de concurrencia y de lucha. Cada Estado persigue fines propios y debe conseguirlos con sus propias fuerzas, y la fuerza de que cada Estado dispone, constituye el límite de los objetivos que puede proponerse y conse.
guir. La ley de la justicia internacional se formula a cada uno según su poder. Empleamos los términos fuerza y poder en su dirección, las justas reivindicaciones del individuo están en peligro extremo. Él poder de la mayoría es saludable mientras es usado defensivamente, y no ofensivamente; mientras su ejercicio es temperado por el respeto hacia la personalidad del individuo y por la deferencia hacia la superioridad de la inteligencia cultivada. G. Grote que podria llamarse condiscípulo de StuarMill. escribía en 1867: He sobrevivido, a propósito de los Estados Unidos, a mi fe en la eficacia del gobierno republicano considerado como freno de las vulgares pasiones de una mayoría de la nación, y RECONOZCO QUE EL PODER SUPREMO COLOCADO EN SUS MANOS PUEDE SER EJERCIDO EXACTAMENTE COMO LO HICIERA UN DESPOTA tal qual el primer Napoleon.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.