De los dos candidatos proclamados, prefiero al Dr. Soto: por las razones expuestas, porque su manifestación política me parece mejor que la del Sr. Acosta y porque razón máxima lo conozco personalmente: conozco su entereza, conozco su generosidad, conozco su abnegación.
Esto no significa que las ideas del Dr.
Soto sean las mías: preferencia no significa conformidad.
No soy católico ni soy teósofo; pero, entre un católico que ha dedicado gran parte de sus fuerzas a la medicina, y un teósofo que lógicamente debe considerar como absolutamente terciarias las ciencias positivas, prefiero al católico.
No quiero las escuelas públicas que no se limitan a enseñar lo que puede ser enseñado por los métodos mismos de la álgebra, la química o la geología, dejando el cuidado del resto a los hogares, a los templos y a los institutos que se dicen educativos pero las escuelas que yo quiero no han existido jamás en Costa Rica, y en los últimos años menos que con ligerísimas variantes. Los momentos inicos, las horas decisivas, las nuevas eras de que hablan los niños de la política, se repiten incesantemente. La variación es casi insensible. Así es el progreso: tan lento como incontrastable, Los momentos de la humanidad son siglos!
395 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.