en la política nativa. Hé ahí el síntoma.
En las repúblicas de perfecta organización, la facultad del sufragio es tan preciada, que se considera inferior y mezquino el hombre que no la ejercita. Ese desdén al más alto de los atributos cívicos, agrandado por la repetición de hechos dolorosos, ha producido la conculcación de todos los principios y la anemia patriótica en que naufraga ahora nuestra soberanía. No entienden los partidos sin programas, y los hombres sin decoro ni principios, a quienes anima sólo la aspiración de un cambio de Gobierno, que a él debe llegarse por los medios pacíficos y legales en la verifi cación de unos sufragios puros, obtenidos por el esfuerzo colectivo y por la reacción generosa que opone a los peligros las virtudes. Les interesa la derrota del Gobierno y el triunfo del liberalismo. Para alcanzar eso no encuentran fórmula más rápida y más simple que la intervención americana, como anhelarían y procurarían la española o la china si estas garantizaran el triunfo a todas luces lucrativo. No es el sufragio, la honradez electoral, el respeto a las instituciones, la intangibilidad de los principios, lo que se desea restaurar. Es, exclusivamente, la consecución del Poder, del Poder que no significa rectificaciones 387 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.