yo rechazo tal sentimiento, que bajo dos aspectos, el fraudulento y el sincero, conturba de igual modo nuestra vida republicana. El segundo siéntenlo los que imaginan que en Cuba ya nada puede hacerse sin la ayuda del interventor, y mantienen una amarga pero absoluta pasividad frente a los problemas nacionales, en el desaliento infecundo de los que entienden que todo se ha perdido. El otro es el de los que lo simulan, con el fin de adherirse a la inmoralidad ambiente, como a una cosa sin remedio, inevitable y fatal, bajo cuya realidad sangrante se pierde la República. es en esa fatalidad en donde medran y hacen fortuna!
Los cubanos, faltos de genio creador, todo queremos adaptarlo superficial y torpemente, aun aquello que nos llega de lu.
gares remotos, incongéneres del nuestro, flagrantemente opuestos a nuestras instituciones y costumbres. en esa pereza impugnable, encuentran explicación las corrientes de morboso intervencionismo.
Perdida en los espíritus la fe en la capacidad propia, el ciudadano que más apego tiene a Cuba y a su bandera, se jacta como en ostentación de una gran virtud cívi.
ca, de no ser un político. de no intervenir 386 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.