pregunto, como me he preguntado muchas veces. bastará el cambio de régimen para poner fin, o, por lo menos, para empezar a poner fin a todos esos males? No significa esta pregunta que yo pretenda desconocer los gravísimos inconvenientes de nuestro régimen actual. Este, para mí, está juzgado y condenado por sus consecuencias. Todo lo juzgo preferible a lo actual. Todo, entiéndese, dentro de un régimen cubano. Pero dicho esto, vuelvo a la tremenda pregunta que me hacía antes. nos bastará cambiar de régimen? El cambio será el primer paso, pero sólo el primero. No nos hagamos ilusiones. Lo que aquí hay que cambiar es la manera que tiene la generalidad de entender la vida pública y las obligaciones que se deri van de su ejercicio. En todo este tiempo en que nos hemos gobernado no hemos estado haciendo otra cosa que perturbar y desconcertar la conciencia pública. No se ha sabido o no se ha querido ver en el ejercicio del gobierno y la administración, sino uo medio de satisfacer pasiones personales.
No digo esto por asumir el papel de predicador; sino porque estoy convencido de que el gobernar bien exige una gran dosis de serenidad, de desprendimiento y de ver dadero amor al país en que se ejerce esa al378 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.