taurar, en los corazones y en el pensamiento de los cubanos todos, la fe en los destinos de la Patria, y la necesidad urgente de no confundir, por aturdimiento, pasión o desesperanza, con la realidad inconmovible de una suerte fatal y desdichada, las claudicaciones y flaquezas que constituyen hoy el encadenamiento de todas las actividades que atañen a la dirección política y administrativa del país; ilustrar el concepto público de la Soberanía con todo lo que implica, para cada ciudadano, su inviolabilidad y sus responsabilidades, a fin de que se arraigue en el pensamiento y en el corazón de todos el ansia imperiosa de resolver siempre y en cada caso, por el propio esfuerzo, las dificultades políti.
cas y los conflictos nacionales, desenca.
denados, las más de las veces, por la intolerancia de los partidos, en sus pugnas, y la ambición irrefrenable de pretendientes y aspirantes; y, por último, contrarrestar las iniciativas intervencionistas que comprometen la vida de la República y la convierten de hecho en una triste ficción de independencia, marcada con el estigma de un reconocimiento arbitrario de incapacidad para el Gobierno propio.
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