que habla Pascal, indecisas por timidez, indulgentes por cálculo, que no saben lo que piensan ni lo que quieren, porque no tienen la menor idea de lo que se debe pensar y querer. La debilidad de su carácter y el poco de extensión de su espíritu, las inclinan a creer que en toda discusión o altercado, la sabiduría consiste en mantenerse igualmente lejos de las opiniones y pretensiones opuestas, y que toda lucha, cualquiera que sea su objeto, debe terminarse por concesiones mutuas: lo cual supone que no se disputa nunca sino acerca de cosas arbitrarias o de cosas de que el hombre tiene derecho, en todo caso, de disponer a su gusto.
Esta clase de gentes, la más peligrosa quizá cuando le toca estar en el poder en tiempos difíciles, no sirve más que para conducir con menos ruido las naciones a su ruina. No destruye, pero deja destruir. No funda nada, pero impide que algo se funde o se repare. Esencialmente inerte, teme ante todo la acción, porque no hay acción sin resistencia.
Tiene miedo del movimiento, miedo de la fuerza, miedo de la vida, y, buscando un reposo que no existe, o que existe sólo en la tumba, quiere por doctrina la indiferencia; por orden, lo que hay, el mal 361 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.