han vivido el país y el gobierno. Cuando regulen sus gastos por sus rentas y ya no pueden tardar nos sentiremos como los disipadores que no hallan quien les preste: reducidos a vivir, en adelante, del producto de su trabajo.
No basta, pues, economizar. En el supuesto de que el gobierno logre, reduciendo sus gastos, hacer bajar sensiblemente el costo de la vida, esta baja provocará cierto malestar. Una reducción de precios, escribe The round Table, produce una depresión industrial. La falta de trabajo aumenta, y se hace sumamente difícil sostener el precio de los jornales. En efecto, se entra en un período desagradable de convalecencia consecutivo a la fiebre. Cómo llenar esas condiciones (las necesarias para volver a la normalidad) si no se comienza por sanear la situación monetaria, equilibrando el presupuesto del Estado? El malestar que van a causarlas economías radicales de Lloyd George, es indispensable para el restablecimiento de la salud nacional. Mientras más se tarde en afrontarlo, más violenta será la sacudida que amenaza producir. Si el retardo fuere indefinido ¿quién puede calcular la 356 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.