alguno de los examinadores. Hay varios de éstos que tienen a gala rajar al mayor número de alumnos, tal vez con el objeto de crearse una reputación espantable. Estos son los que demuestran mayor ingenio en el empleo de preguntas capciosas. Han nacido con el instinto del mal, y siguiendo su vocación pudieron ser bandidos o simples ladrones de gallinas; pero ya que el destino los ha llevado hasta el profesorado, emplean el saber con el mismo fin con que pudieron emplear el cuchillo o la piedra.
Como, además, el resultado del examen está subordinado en mucho a los nervios del alumno y a sus facultades de retener nombres y fechas, ocurre con gran frecuencia que fracasa el estudiante más apto y sale avante el que nació torpe, pero con un poco de audacia.
Seguimos, sin embargo, con los exáme.
nes anuales, ante comisiones compuestas por hombres caprichosos o sistemáticos.
Continuamos colocando a los tímidos, precisamente los que más estudian, en esa rueda de tortura; todo por la inclinación natural a no innovar. Hay injusticia y hasta crueldad en los exámenes? No importa. Los directores de la enseñanza están convencidos de su eficacia. los de341 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.