Si, pues, la instrucción al menos en la escuela de cualquier categoría para ni.
ños menores de unos 16 años está íntimamente ligada a la educación, es insostenible la co instrucción si no aceptamos la co educación.
En cuanto se refiere a ésta, la co educación, yo no creo que ella intensifique la diferenciación sexual. Al contrario: el otro sexo pierde su encanto y deja de excitar la fantasía, cuando se está con él en diario contacto, cuando se le llega a conocer como cosa de ningún modo extraordinaria, cuando las poéticas fantasías con que se rodea a la otra mitad del género humano se desvanecen ante las prosaicas vulgaridades que son patrimonio de todos nosotros y de todas las mujeres, y que pronto se descubren en la comunicación diaria.
Si esto no se quiere admitir, si se sostiene que tal comunicación diaria sí ofrece un estímulo para los instintos sexuales, es claro que nico educación ni co instrucción pueden tolerarse. Si acaso se quisiera aceptar la segunda, tanto más se ría necesaria la influencia educadora del maestro, para evitar hasta donde esto fuera posible los males que por la tal co instrucción se pudieran causar. es292 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio Cultura y Juventud, Costa Rica