la mutilación de la patria, indiferente. Se observa que no hay en los pueblos sentimiento alguno más exaltado que el de la nacionalidad. Cuando las dictaduras en América han batallado por ella, se han visto rodeadas y sostenidas por aquéllos, con entusiasta espontaneidad. Los ilustrados, los mejores, los predicadores del odio al despotismo, han corrido invariablemente a inplorar el favor de la fuerza de los interventores contra su patria. no sólo en hispa116 américa, en el mundo entero. La intervención no depende de nuestra voluntad; pero solicitarla, provocarla, revestirla con las apariencias de un anhelo de los pueblos, sí depende de la voluntad de los intervencionistas, por esto son culpables de traición a la patria. Y, más que por esto, por envenenar, con sus falaces teorías y sus criminales ejemplos, el alma de la niñez, de la juventud, del pueblo entero, que acabará por tender el cuello a la servidumbre, falto del vigor que emana del cumplimiento del deber.
Las dictaduras pasan y la patria queda. contra la patria no hay NUNCA razón.
QUINTILIANO 247 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.