la piratería; por algo la bandera de los Estados Unidos cobijó bajo sus pliegues la expedición de Walker y el gobierno de Washington reconoció oficialmente los actos de aquel bandolero; por algo Silas Duncan no llevaba a las Malvinas la bandera negra que le correspondía por su ejercicio profesional, sino la de franjas y estrellas a que lo autorizaba su origen; por algo el mismo Silas Duncan, bajo la máscara de Mr. Blaine ha declarado buenas ante Monroe las fechorías de Dunslaw; por algo se ha escrito la enmienda Platt, y por algo se ha extendido la bendición desde la más corrompida de las administraciones, bajo el patrocinio de la más incompetente de las diplomacias, a las aduanas de la República Dominicana, que es como llevar estiércol a los establos de Augías; por algo se han bañado Taft y Woodrow Wilson durante cinco años en los charcos de sangre que ellos derramaron en Méjico.
El argentino más ilustre ha dicho: Los peligros para las Repúblicas no están en Europa. Están en América: son el Brasil de un lado, y los Estados Unidos del otro.
Para la América del Sur el peligro del Brasil ha desaparecido; el de los Estados Unidos comienza; el de Europa se quedó atrás, dado que haya existido.
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