poseen lo que un psicólogo llama los sofismas de la vida interior; pero no todos los pueblos ni todos los hombres tienen los mismos sofismas.
Así, los franceses dicen: Honor, en donde los ingleses dicen, creyéndolo, es lo más gracioso: Honesty is the best policy. Los alemanes disponen de Unser Gott. Los norteamericanos perecen por hacer felices a los otros pueblos, y sobre todo por hacerlos libres. Su sofisma de la vida interior se llama Monroe.
El yanqui ha sido el beneficiado de los años de odio que dividieron a los españo.
les de ambos mundos. Cuando Sarmiento escribía contra la Península, e Ignacio Ramírez quería poner a los mejicanos las plumas del piel roja, invitándoles estúpidamente a bailar la danza de las cabelleras antes que aceptar intromisiones europeas, era natural que los hijos de las naciones nuevas de América se refugiasen dentro de la ficción de una supuesta unión continental en la que los Estados Unidos representaban el papel no sólo de la generosidad, sino de la sabiduría. Era el tiempo en que Washington simbolizaba Ja modestia, 229 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.