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Pero hay una cosa que los ingleses no hacen por nada: seguir a otro, o ir al lado de otro. Inglaterra ha de ir por delante, o no va.
En el caso de Buenos Aires, los ingleses no veían claramente una finalidad satisfactoria. Les pasaba lo que a Guizot, pero les pasaba lo mismo con efectos contrarios.
Guizot aceptó la guerra, por miedo a la guerra de palabras de Thiers, su comadre parlamentaria. Ahora bien, los ingleses quedaron disgustados de la guerra porque la guerra significaba un viaje muy largo con una Francia compañera, no la Francia seria de Guizot, sino la Francia de Thiers, suspicaz, parlanchina y embrollona, Inglaterra hizo, pues, lo que ha hecho siempre, no llamó a Francia para revisar con ella los planes de la intervención y rescindir el contrato en buena forma, sino que acudió a su fiel consejera la conciencia moral, para consultarle el caso.
La conciencia moral es una tercera excelente. Duerme cuando Inglaterra quiere que duerma; pero apenas le ocurre que al.
go es pernicioso para sus intereses, acude a la cabecera de la dueña valetudinaria, la despierta, y le dice: Tienes la palabra.
He obrado mal. Repréndeme.
Todos los pueblos y todos los hombres 228 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.