de 1838 a 1850. Ese hombre manchado en sangre francesa es sin embargo el que, como representante de la civilización y paladín de la humanidad, predicó la cru.
zada contra el sanguinario Rosas, que en veinte años de tiranía derramó menos san.
gre que Thiers en una semana. quédense sus discursos del 62 al 67 para los que quieran el embaucamiento. El crítico debe cotejarlos con los anteriores y decir que las palabras de Thiers, en cuestiones americanas, como en todas las cuestiones que trató, fueron las palabras del charlatán político sin sustancia.
Los argentinos de Montevideo eran la mejor pasta de satélites coloniales que se había visto hasta entonces, y que no volvería a verse durante muchos años, hasta que salieran a la ignominia pública los yancólatras de las Antillas, de Méjico y de la América Central.
No discuto si Juárez valía personalmente más que Rosas. Inferior a éste en talento, le superaba tal vez en el conjunto de cualidades a que se llega por la medita.
ción. Los dos tuvieron en el más alto graEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica