No me parece malo que inmigre lo extranjero, sino que por acá se tome grosso modo. en crudo, sin racional adaptación. El bien y la verdad deben aceptarse, de donde quiera que vengan: y su aceptación aparece forma visible de la solidaridad humana. Bien habrá de verlo el autor, a poco de fijar en ello su ilustrada atención.
Respecto del «horror» qne insinúa de sus compatriotas a la Escuela, veo notable diferencia de pensar en Costa Rica, donde hasta los simples campesi nos suelen dar «doctores» a esta República, y cualquier alcalde de barrio un señor Presidente: gracias al «amor de todos a la Escuela. Por eso me resulta pecado mortal el de los ruines pedagogos que trastornan el centro de enseñanza, en daño de la juventud.
Después de breve introducción, se halla dividido este asunto en cuatro partes: fin de la educación, educando, educador y medio, es decir. para qué, a quién, quién y dónde se educa. Largamente trata de todo ello el erudito y bien intencionado autor, siempre contrario a los errores que prevalecen en 190 Este documento propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.